La distribución del ingreso en un espacio económico y período determinado refiere a cómo es apropiada la riqueza (medida como el Producto Bruto Interno en un país) que genera esa economía por sus diversos agentes intervinientes, o coloquialmente cómo “se reparte la torta”, sin concentrarse en las modalidades del proceso de producción, aunque éste tiene influencia relevante.
El estudio de la apropiación de la riqueza en una economía tiene una importancia capital, a punto tal que uno de los fundadores de la economía política moderna, David Ricardo, planteaba que el objetivo central de la disciplina debía ser precisamente el análisis de la distribución entre las tres clases sociales: terratenientes, capitalistas y trabajadores. De hecho, en gran medida la inspiración para su libro Principios de Economía Política y Tributación (1817) fue la de demostrar que la clase terrateniente se apropia de riqueza que no contribuye a crear, "quitando" a los otros dos sectores sociales porciones de producto, y poniendo de esa manera el énfasis en la puja entre éstos.
El estudio de la apropiación de la riqueza en una economía tiene una importancia capital, a punto tal que uno de los fundadores de la economía política moderna, David Ricardo, planteaba que el objetivo central de la disciplina debía ser precisamente el análisis de la distribución entre las tres clases sociales: terratenientes, capitalistas y trabajadores. De hecho, en gran medida la inspiración para su libro Principios de Economía Política y Tributación (1817) fue la de demostrar que la clase terrateniente se apropia de riqueza que no contribuye a crear, "quitando" a los otros dos sectores sociales porciones de producto, y poniendo de esa manera el énfasis en la puja entre éstos.
Existen diferentes enfoques para medir y analizar la distribución del ingreso, cada uno de los cuales presenta ciertas ventajas y desventajas, por lo que un estudio integral sobre la desigualdad debería contemplar más de un método.
Entre los enfoques más usuales y extendidos, cada uno de los cuales contiene una serie de indicadores cuantitativos asociados, están la distribución personal y la distribución funcional. Distribución personal
La distribución personal apunta a conocer por individuo o grupo familiar (obteniéndose el ingreso per cápita), cómo son los ingresos de los agentes y su relación con el resto. Así, se establecen ordenamientos desde los que menos hasta los que más ganan, y ello permite conocer no sólo los niveles de ingreso sino, principalmente, la relación de los ingresos de cada franja de población respecto a las demás. Lo más usual es dividir a los individuos en quintiles o deciles.Así, por ejemplo, en la Argentina el INDEC tiene publicado como último dato el tercer trimestre de 2012, cuando los resultados registraron que el 10% de mayores ingresos se apropia del 30,8% de los ingresos, mientras que el 10% de menores ingresos se queda sólo el 1,2%. La diferencia entre ambos, entonces, es de 25 veces.
Esta diferencia, que sin duda parece significativa, era aún mayor en 2003, ya que llegaba a 34 veces según la misma fuente. Pero en 1998 se ubicaba en 22 veces, por lo que si bien la tendencia parece mostrar mejorías, resta un trecho importante aún.
También puede analizarse la distribución por deciles en diferentes países, tal como lo hace CEPAL para 2010:
Resulta de sumo interés considerar conjuntamente a estos países de la región latinoamericana, pues permite ver la monstruosa desigualdad existente en economías como Bolivia, Colombia o Brasil, mientras que se denota mucho más moderada en Venezuela o Uruguay.
De este enfoque se desprende un indicador sumamente utilizado para medir la desigualdad: el coeficiente de Gini que mide la distribución de cada economía respecto de escenarios de perfecta igualdad. De acuerdo a su formulación, el coeficiente varía entre 0 (igualdad total) y 1 (desigualdad total), siendo sus valores reales entre 0,2 los países con menor desigualdad y 0,60 o algo más para los más desiguales.
Aquí, por ejemplo, UNICEF presenta estimaciones del Gini para una porción importante de los países del mundo. En su página 28 muestra los Ginis por regiones, evidenciando aquéllo que siemrpe se remarca: América Latina es una de las regiones más desiguales del planeta -en este caso la más desigual, superando al continente africano.
También se puede consultar la base de datos del Banco Mundial
A pesar de su extendido uso, el Gini cuenta con algunas debilidades que están señaladas aquí, y son las siguientes (transcribimos):
Limitaciones del índice de Gini- Puede obtenerse un mismo índice de Gini para distribuciones diferentes del ingreso. Por ejemplo, si el 50% de los hogares no tiene ingreso y el otro 50% concentra toda la riqueza, se obtiene un índice de Gini de 0.5. Por otro lado, un país donde el 75% de los hogares solo posee el 25% de la riqueza, mientras que el otro 25% de individuos concentra el 75% del ingreso, posee un índice de Gini también de 0.5.- La medida del coeficiente arroja resultados diferentes cuando se aplica a las personas en lugar de a los hogares, para la misma economía y distribución del ingreso.- No tiene en cuenta la calidad de vida, acceso a servicios básicos ni el nivel de ingresos respectivo de cada país. Por ejemplo, un estado sumamente pobre como Bangladesh (PIB per cápita de 1.693 dólares) tiene el mismo coeficiente de Gini que un país mucho más rico como Holanda (con un PIB per cápita de 42.183 dólares).- El índice puede modificarse debido a variaciones en las tasas de natalidad (por ejemplo cuando un país experimenta un baby-boom), aunque el ingreso de los adultos permanezca constante. Es decir cambios en la estructura de la población, tales como aumento del número relativo de jóvenes (bajos ingresos en relación a los adultos) pueden generar empeoramientos inexistentes en la distribución del ingreso. Es por esto que lo que realmente importa.- El índice puede aumentar cuando todos los individuos ven aumentar sus ingresos o puede reducirse cuando todos los individuos ven empeorar sus ingresos.- La disponibilidad de datos a veces vuelve imposible la construcción de dicho índice para períodos largos de tiempo.- Dado que mide la riqueza relativa y no la absoluta, es posible que el índice aumente (debido a un aumento en la desigualdad entre los ingresos) aunque al mismo tiempo la cantidad de personas en la pobreza se reduzca.
Distribución funcional
La distribución funcional, por su parte, se preocupa por cómo se apropian de la riqueza los dos principales grupos sociales de una economía: los trabajadores asalariados y los empresarios en tanto propietarios del capital. Elementalmente, analiza en qué proporción la riqueza se divide en salarios y la suma de ganancias, beneficios, renta, etc, vinculadas a la propiedad. Esto último se sintetiza como Superávit Bruto de Explotación o Excedente Bruto de Explotación. Además, puede incluirse el ingreso de los cuentapropistas como un tercer elemento a considerar. Una introducción al tema está en el trabajo del CEPED, que contiene estadísticas de largo plazo para la Argentina.Así, se puede decir que el ingreso total (asimilabre al PIB) se constituye como
Y = S + SBE + IMB
donde S=masa salarial, SBE=superávit bruto de explotación, IMB=ingreso mixto bruto (de cuentapropistas)
Por lo tanto, S/Y y SBE/Y serán las proporciones en que cada grupo logra apropiarse del ingreso.
Una gran ventaja que tiene este enfoque es que permite analizar de maneras muy sencillas y directas la puja distributiva, en la que ambos sectores intentan, en la medida en que la correclación de fuerzas se lo permite, mejorar su posición relativa: los trabajadores a través de mejoras salariales (nominales) y los empresarios a través de, principalmente, incrementos de precios. En este sentido, la inflación es una manifestación de esta puja distributiva.
Es usual para los análisis de distribución funcional el seguimiento del cociente S/Y de manera de conocer cómo se comporta la participación asalariada en los ingresos en determinado período de tiempo en un país, o para comparar entre países, o ambas cosas a la vez.
Por ejemplo, en este trabajo, la misma gente del CEPED compila información muy interesante, entre ella este cuadrito que muestra la evolución de la participación asalariada en países varios para la segunda mitad del siglo XX
Si bien se pueden destacar muchas cuestiones de interés con la simple lectura del gráfico, una mirada superficial permite ver que:
1) los países de la periferia (Argentina, Brasil, México) muestran fuertes oscilaciones, mucho mayores que las de los países centrales. Esto está vinculado a causas diversas, entre las cuales las continuas interrupciones de la institucionalidad, los cambiantes programas económicos y el impacto de los vaivenes internacionales juegan un rol importante.
2) La Argentina termina el siglo con la participación asalariada más baja de todos los países considerados, incluyendo a México
3) En todas las economías con la única excepción de Japón, se denota una tendencia decreciente -casi un derrumbe- en la participación asalariada desde principios de los 80s. Esto está vinculado con la implantación del programa económico neoliberal a escala global, uno de cuyos principales objetivos, precisamente, era el de reducir los salarios y la capacidad de los trabajadores de influir en la economía.
La distribución funcional, por otra parte, no es capaz de discriminar dentro del universo de ingresos considerado cuando existen heterogeneidades. Por ejemplo, cuando el mundo asalariado presenta gran dispersión de ingresos (trabajadores formales sindicalizados en sectores de alta tecnología tienen ingresos mucho más elevados que los empleados domésticos, etc).
No todos los cambios distributivos son captados por ambos enfoques. Considerados en simultáneo, podría darse una situación que mejore en un caso y empeore en el otro. Por ejemplo, en un contexto de fuerte heterogeneidad salarial, si aumentan sólo los salarios más altos de los trabajadores registrados, puede que se incremente inicialmente la participación asalariada en el ingreso pero empeore la distribución personal ya que serían los deciles 9 y 10 los perceptores de esos incrementos.
Con todo esto, finalmente cabe aclarar que, aún siendo un elemento crucial para conocer los verdaderos efectos de una política económica y/o los resultados de asignación que el mercado provee para los agentes, la distribución de ingresos más o menos desigual no agota de ninguna manera el análisis sobre las condiciones de vida de la población y sus mayores o menores posibilidades de acceso a las mismas oportunidades y servicios, que están vinculadas al rol del Estado, al programa implementado, la estructura económica y las relaciones de fuerza entre los grupos y fracciones de clase de la sociedad.
Se puede decir que el "olvido" de los estudios sobre la distribución de la riqueza es absolutamente funcional al estado de cosas vigente, con lo que beneficia a los sectores más favorecidos y perjudica a los más vulnerables.
Distribución primaria y secundaria
Para finalizar este post, vale la pena comentar que los análisis sobre distribución del ingreso, también diferencian entre "distribución primaria" y "distribución secundaria" como una manera de separar dos dimensiones: la que realiza originalmente "el mercado", con una relación de fuerzas dada entre el capital y el trabajo, y la que se produce en segunda instancia a través de diversas transferencias entre las que sobresalen aquéllas vinculadas a la política fiscal.
Según este esquema, la relación salarios-ganancias determina la distribución primaria y luego básicamente es el Estado el que interviene generando medidas redistributivas. Supongan, por ejemplo, que con un Impuesto a las Ganancias o Derechos de Exportación el Estado financiase una asignación social del tipo AUH de Argentina o Bolsa Familia de Brasil. En ese caso, desde el enfoque de la distribución personal, estaría captando recursos desde el decil 10 y redirigiéndolos hacia los deciles que están más abajo. Desde el enfoque de la distribución funcional, está captando recursos del SBE y reasignándolos a los sectores trabajadores.
Los países difieren grandemente en qué tipo de distribución primaria conforman (el mercado laboral japonés, por caso, tiene índices de desigualdad mucho más bajos que el boliviano), y también existen grandes diferencias en las acciones redistributivas de la política fiscal, que además varían en los distintos períodos históricos. Precisamente, para poder comprender las etapas de la historia económica y social de un país, una región o el mundo todo, es fundamental incorporar analíticamente la distribución del ingreso como un elemento ineludible.
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